Por una parte, ternura, alegría, admiración…, ¡que maravillosas son las personas con TDAH!: todo corazón, generosas, imaginativas, fuertes, entusiastas… ¡es genial tener cerca personas con TDAH!
Por otra parte, y la que nos hace estar hoy aquí reivindicando nuestros derechos: preocupación, miedo, inseguridad… ¿por qué?
No se nos tiene que olvidar que el TDAH afecta a más del 5% de la población infantojuvenil y a un 2/3% de las personas adultas. No se nos tiene que olvidar que es un trastorno neurobiológico y con un mapa genético identificado.
Las personas con TDAH viven desde su niñez en un entorno hostil que percibe el TDAH como algo “poco grave” y casi “insignificante” que “ya se pasará”. Pues NO, no se pasa y es lo suficientemente grave como para multiplicar los riesgos en la adolescencia y la edad adulta de: accidentes, consumos, otros trastornos psiquiátricos, actos delictivos, inestabilidad laboral…
¿Dónde surge nuestra indignación y enfado? En saber que se puede evitar, SÍ se puede evitar con un diagnóstico temprano y una intervención personalizada y multidisciplinar a lo largo de la vida…porque no olvidemos el #TDAHparatodalavida.
Algo tan sencillo y a lo que tenemos derecho, pero que se nos NIEGA, sí, esa es la palabra.
Se niega
la existencia, se niega
la gravedad, se niega
la formación de los profesionales de la sanidad y de la educación, se niega
una legislación que ampare a las personas con TDAH, se niega
las ayudas que podrían facilitar a muchas familias los apoyos psicopedagógicos, se niega
la cronicidad del TDAH.
Seguiremos
aquí hasta conseguir que TODAS las personas con TDAH tengan los mismos apoyos y garantías sanitarias, educativas, laborales y sociales para llegar a desarrollar todo su potencial. Esta sociedad no se puede permitir perder a personas que son todo corazón, generosas, imaginativas, fuertes, entusiastas por falta de la acción institucion